La evaluación del segundo trimestre debe ser objeto de una atenta lectura por parte de los padres. Aunque no debe ser motivo de angustia ni para el alumno ni para sus padres, las malas notas persistentes sí deben servir para poner manos a la obra y buscar, junto al profesor, soluciones.
Así como el primer trimestre constituye un momento de adaptación al curso recién estrenado, el segundo pierde ese carácter preliminar, y supone ya una entrada en materia.
El diálogo de padres y profesores para evitar las malas notas
La relación entre el tutor y la familia resulta siempre fundamental, como recalcan todos los expertos consultados. Si los padres han hablado con los profesores y siguen de cerca el desarrollo de sus hijos, las calificaciones de la segunda evaluación no deberían constituir una sorpresa.
La segunda evaluación, debe ser vista como algo importante por los padres. Es recomendable iniciar el tercer trimestre volviendo a hablar con los profesores. El curso es, sobre todo, un camino, un proceso, en el que, más que las evaluaciones, lo verdaderamente relevante es lo que sucede a diario en la clase.
Una mala nota en el primer trimestre tendría menos importancia, en el segundo un poco más, y si eso sigue en el tiempo es cuando hay que empezar a preocuparse. Esa nota debería verse, simplemente, como que hay que darle más tiempo a ese alumno para conseguir los objetivos.
En los primeros años de colegio, el profesorado detecta ya la obsesión de los padres por que sus hijos no repitan. Bajo este punto de vista, el alumno empieza a perder la motivación por el aprendizaje y ésta se sustituye por el afán de no repetir. Por ello, conservar esa motivación por aprender debe ser un objetivo prioritario.