Seguro que a muchos de vosotros os machacaron toda la niñez con esperar dos horas antes de bañarse en el mar o en la piscina para no sufrir un corte de digestión, pero es uno de los tanto mitos que vamos a desmontar.
El riesgo no es el de que se corte la digestión, sino de que se produzca el conocido como sincope de hidrocución, más acusado en niños, que se produce por un reflejo extremo en la inmersión. Hablaremos de las mentiras y verdades del corte de digestión, y de si debe el niños esperar o no antes de meterse al agua.
¿Qué es el sincope de hidrocución?
Se produce por un reflejo de inmersión extremo, cuando se produce una alteración brusca de los reflejos al contacto con el agua, pudiendo provocar una pérdida de conocimiento o una parada cardiaca.
Al introducirse en el agua de forma brusca, el organismo reacciona disminuyendo la frecuencia cardiaca y una vasoconstricción periférica para garantizar que el cerebro tenga un aporte preferencial de sangre y por tanto de oxígeno.
Los niños, al igual que los ancianos, son más propensos a estas descompensaciones, pues sus mecanismos de reflejos son más lentos.
Tengamos en cuenta que hablamos del verano, cuando el cuerpo presenta una elevada temperatura por haber estado al sol o realizando una actividad física, frente al contraste del agua fría del mar o de la piscina. Cuanto más baja es la temperatura del agua y más elevada la temperatura corporal, más acusado será este reflejo.
La digestión tiene algo que ver, pero no lo es todo
De ahí que sea incorrecto el término corte de digestión. La digestión puede tener algo que ver, pero el sincope no se produce sólo por haber comido y meterse inmediatamente al agua. Depende también la cantidad que se ha comido, no es lo mismo una comida copiosa de digestión lenta que un sandwich que se digiere en veinte minutos.
Durante el proceso de la digestión, el estómago necesita mayor aporte de sangre, por tanto, se desplaza un mayor volumen hacia esa zona, el cerebro recibe una menor cantidad de sangre y, por ende, de oxígeno, lo que favorece la pérdida de conocimiento.
Después de comer, precisamente por esa disminución de riesgo al cerebro, y sobretodo si ha sido una comida copiosa el cerebro no está a pleno rendimiento.
Si la piel está muy caliente y se entra bruscamente al agua fría, si encima es el momento de la digestión, cuando el estómago acapara el mayor volúmen de riesgo sanguíneo, el riesgo naturalmente se multiplica. Pero el sincope puede pasar tanto en el momento de la digestión como después de haber estado bajo el sol.
Cómo evitar el sincope de hidrocución (mal llamado corte de digestión)
Para evitar que se produzca este reflejo extremo, lo que hay que hacer es minimizar las causas que lo producen y poner en práctica el sentido común.
Si el niño ha estado expuesto al sol y notamos su piel muy caliente, hay que bajarle la temperatura corporal poco a poco. No debe meterse al agua del mar o de la piscina de forma brusca, sino primero refrescar brazos y piernas, cabeza, cuello y meterse poco a poco. Primero jugar donde el agua no cubre antes de meterse por completo.
Si ha tomado un comida muy copiosa y ha estado al sol, no conviene que se tire inmediatamente de cabeza a la piscina. Lógicamente, es mejor esperar un tiempo y bajar la temperatura corporal poco a poco. Pero vamos, que en verano las comidas no se recomienda que sean muy copiosas y además estamos hablando de niños pequeños. Mejor darle varias comidas frugales al día que pocas de mucha cantidad.
Puede ser contraproducente esperar las dos horas rigurosas que imponen los padres (en algunos casos hasta más), si el niño ha estado haciendo tiempo mientras jugaba al fútbol bajo el sol y luego se mete al agua de cabeza.
Lo importante, independientemente de hace cuánto tiempo se ha comido es entrar al agua con prudencia sin necesidad de sufrir el castigo de esperar a hacer la digestión.
De todas maneras, ante el menor síntoma de mareos, vómitos, si el niño se pone pálido, tiene visión borrosa o empieza a tiritar, hay que sacarlos del agua cuanto antes.